El cerebro ha recibido diferentes interpretaciones a lo largo de la historia y aunque sea difícil de entender desde una perspectiva actual, no era concebido en la antigüedad como el órgano donde residen las funciones superiores del ser humano. Aristóteles lo describía como una esponja que enfriaba la sangre; en el Antiguo Egipto carecía de valor significativo y por eso, durante el proceso de momificación era sencillamente extirpado y eliminado y en tiempos prehistóricos, era habitual la perforación del cráneo para permitir, entre otras cosas, que el diablo causante de una enfermedad escapara de la cabeza.
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